miércoles, 30 de marzo de 2011

Volvió a maquillarse las lágrimas de la noche anterior, a esconder su pudor bajo el vestido ajustado de Gucci, a calzar sus Manolo Blahnik y a bañarse en la colonia de Chanel.
Que los golpes de la vida no habían sido tantos ni tan fuertes si aun podía recordar todos y cada uno de ellos, si aun se mantenía en pie con esa sonrisa dibujada permanentemente mientras se despertaba al lado del hombre que un día la hizo desgraciada.
Estaba cansada, harta, y por una vez se atrevió ella a decir las palabras mágicas:
- Se acabó.
Se rió nerviosamente mientrás cogía su bolso y dedicaba una última mirada a aquel hombre al que ya no reconocía.
Llego a casa a tropicones, tambaleandose por las escaleras hasta llegar al tercer piso, abrió la puerta con calma, nada, dentro reinaba el silencio que iba produciendo en ella una calma nueva y desconocida a medida que se acercaba a la ducha. Dentro, el agua acalló los gritos ahogados de su alma mientrás lloraba lágrimas que limpiaban su espiritu.
Cuando salió de la ducha supo que sus temores se habían marchado por el desague, era una nueva mujer.
Y nunca más miró atrás..

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